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Home Artigos Marx, más vivo y actual que nunca a 129 años de su muerte


"Luiz Carlos Prestes entrou vivo
no Panteon da História.  
Os séculos cantarão a 'canção de gesta'
dos mil e quinhentos homens da
Coluna Prestes e sua marcha de quase
três anos através do Brasil.
Um Carlos Prestes nos é sagrado.
Ele pertence a toda a humanidade.
Quem o atinge, atinge-a."

(Romain Roland, 1936)


Marx, más vivo y actual que nunca a 129 años de su muerte
Escrito por Atilio A. Boron   

En un día como hoy, hace 129 años, moría plácidamente en Londres, a los 65
años de edad, Karl Marx. Corrió la suerte de todos los grandes genios,
siempre incomprendidos por la mediocridad reinante y el pensamiento
encadenado al poder y a las clases dominantes. Como Copérnico, Galileo,
Servet, Darwin, Einstein y Freud, para mencionar apenas unos pocos, fue
denostado, perseguido, humillado. Fue ridiculizado por enanos intelectuales
y burócratas académicos que no le llegaban ni a los tobillos, y por
políticos complacientes con los poderosos de turno a quienes le repugnaban
sus revolucionarias concepciones.


La academia se cuidó muy bien de sellar sus puertas, y ni él ni su amigo y
eminente colega, Friedrich Engels, jamás accedieron a los claustros
universitarios. Es más, Engels, de quien Marx dijera que era "el hombre más
culto de Europa" ni siquiera estudió en la universidad. Sin embargo Marx y
Engels produjeron una auténtica revolución copernicana en las humanidades y
las ciencias sociales: luego de ellos, y aunque sea difícil separar su obra,
podemos decir que después de Marx, ni las humanidades ni las ciencias
sociales volverían a ser las de antes. La amplitud enciclopédica de sus
conocimientos, la profundidad de su mirada, su empecinada búsqueda de las
evidencias que confirmaran sus teorías hicieron que Marx, tantas veces dadas
por muertas sus teorías y su legado filosófico, sea más actual que nunca.

El mundo de hoy se parece de manera sorprendente a lo que él y su joven
amigo Engels pronosticaron en un texto asombroso: El Manifiesto Comunista.
Este sórdido mundo de oligopolios rapaces y predatorios, de guerras de
conquista, degradación de la naturaleza y saqueo de los bienes comunes, de
desintegración social,  de sociedades polarizadas y de naciones separadas
por abismos de riqueza, poder y tecnología, de plutocracias travestidas para
aparentar ser democracias, de uniformización cultural pautada por el
American way of life  es el mundo que anticipara en todos sus escritos. Por
eso son muchos quienes ya, en los capitalismos desarrollados, se preguntan
si el siglo veintiuno no será el siglo de Marx. Respondo a esa pregunta con
un sí sin atenuantes, y ya lo estamos viendo: las revoluciones en marcha en
el mundo árabe, las movilizaciones de los indignados en Europa, la potencia
plebeya de los islandeses al enfrentarse y derrotar a los banqueros y las
luchas de los griegos contra los sádicos burócratas de la Comisión Europea,
el FMI y el Banco Central Europeo, el reguero de pólvora de los movimientos
Occupy Wall Street que abarcó a más de cien ciudades estadounidenses, las
grandes luchas que en América Latina derrotaron al ALCA y la supervivencia
de los gobiernos de izquierda en la región, comenzando por el heroico
ejemplo cubano, son tantas otras muestras de que el legado del gran maestro
está más vivo que nunca.

El carácter decisivo de la acumulación capitalista, estudiada como nadie más
en El Capital, era negada por todo el pensamiento de la burguesía y por los
gobiernos de esa clase que afirmaban que la historia era movida por la
pasión de los grandes hombres, las creencias religiosas, los resultados de
heroicas batallas o imprevistas contingencias de la historia. Marx sacó a la
economía de las catacumbas y no sólo señaló su centralidad sino que demostró
que toda la economía es política, que ninguna decisión económica está
despojada de connotaciones políticas. Es más, que no hay saber más político
y politizado que el de la economía, dando al traste con los tecnócratas de
ayer y hoy que sostienen que sus planes de ajuste y sus absurdas
elucubraciones econométricas obedecen a meros cálculos técnicos y que son
políticamente neutros.  Hoy ya nadie cree seriamente en esas patrañas, ni
siquiera los personeros de la derecha (aunque se abstengan de confesarlo).
Podría decirse, provocando la sonrisa socarrona de Marx desde el más allá,
que hoy son todos marxistas pero a la Monsieur Jordan, ese personaje de El
Burgués Gentilhombre de Moliere,  que hablaba en prosa sin saberlo. Por eso
cuando estalló la nueva crisis general del capitalismo todos corrieron a
comprar El Capital, comenzando por los gobernantes de los capitalismos
metropolitanos. Es que la cosa era, y es, muy grave como para perder el
tiempo leyendo las boberías de Milton Friedman, Friedrich von Hayek o las
monumentales sandeces de los economistas del FMI, el Banco Mundial o el
Banco Central Europeo, tan ineptos como corruptos y que por causa de ambas
cosas no fueron capaces de pronosticar la crisis que, como un tsunami, está
arrasando los capitalismos metropolitanos. Por eso, por méritos propios y
por  vicios ajenos Marx está más vivo que nunca y el faro de su pensamiento
arroja una luz cada vez más esclarecedora sobre las tenebrosas realidades
del mundo actual.

 

Última atualização em Qui, 15 de Março de 2012 12:22