por Atílio Boron
Por más que se lo suela poner en cuestión, todo acuerdo económico es a la vez un compromiso político. El pensamiento neoliberal presenta sus opciones políticas (por ejemplo, promover un modelo económico que enriquece a los ricos y espolia a los pobres) como si fueran el resultado de un cálculo técnico o de una racionalidad abstracta, cuando lo cierto es lo contrario. Lo anterior vale tanto para los acuerdos sellados en el plano doméstico como en el internacional. Por eso no puede causar sorpresa la provocación en que incurrió el gobierno de Juan M. Santos –ahora dice que todo fue un “malentendido”- al recibir al perdidoso candidato de la derecha venezolana, Henrique Capriles. Al hacerlo, el presidente colombiano le confirió legitimidad a sus escandalosas denuncias –refutadas por sucesivas auditorías practicadas sobre los resultados electorales del 14 de Abril- y se alineó irresponsablemente con el líder del ala fascista y más radical y golpista de la derecha venezolana.
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